Escape a Paraíso

Alguien me lleva sobre algo cerca del suelo,
puedo sentir, pero no puedo ver,
no estoy asustado, no es la primera vez que paso por esto,
es igual que cuando me dispararon en la calle 104,
¡no me llevéis a un hospital!,
las jodidas salas de urgencia no salvan a nadie,
los hijos de puta siempre te disparan de noche,
cuando lo único que hay es un médico de guardia novato con un cerebro somnoliento.

¡Mirad a estos gilipollas!,
correteando de un lado a otro, ¿para qué?,
mi culo puertorriqueño no debería haber llegado hasta aquí,
la mayoría de mis colegas fueron eliminados hace tiempo.


No os preocupéis, mi corazón no se rinde jamás,
no estoy dispuesto a palmarla.

Lo siento chicos, ni todos los puntos del mundo podrían volverme a coser,
acuéstate, acuéstate,
me tendrán en la Funeraria Fernández de la calle 109,
siempre supe que acabaría allí,
pero mucho más tarde de lo que esperaba mucha gente,
el último morriqueño,
bueno, tal vez no el último,
Gail será una buena madre,
un nuevo y mejorado Carlito Brigante.
Espero que use el dinero para largarse,
no hay sitio en esta ciudad para corazones tan grandes como el suyo,
lo siento nena, lo intenté lo mejor que sabía,
en serio, pero no puedes acompañarme en este viaje.

Empiezan a entrarme los temblores,
pidan la última copa, el bar va a cerrar,
ha salido el sol, ¿dónde vamos a desayunar?,
no quiero ir lejos, ha sido una noche dura,
estoy cansado nena, cansado…