La Honestidad no es una virtud, es una obligación

lunes, abril 21, 2008

"Ristos"


Enciendo mi aparato de televisión y allí está, detrás de unas gafas oscuras, con el pelo más corto que hace un tiempo, pero con la misma cara de soplapollas y los mismos comentarios de antaño, discursos que sólo puede hacer un desalmado al que le pagan, y por lo visto muy bien, por ser eso, un soplapollas macarra del tres al cuarto. Cometo la imprudencia de no cambiar de canal y me topo con uno de sus monólogos que hacen que se me revuelva el estómago y sienta pena de que gente de esa calaña triunfe a costa de ese tipo de actitudes.

Porque Ristos Mejides hay muchísimos, no sólo el "caretón" de telecinco. Quién no ha tenido que padecer a un jefe déspota que te trata como a una mierda porque él es el que paga. O quién no ha tenido un profesor en la Universidad con un ego tan inmenso que no cabía en toda la Ciudad Universitaria que humillaba día tras día a sus alumnos porque él es un semidios al que no se le puede toser. O quién no ha tenido (o tiene) a una prima (o un primo) de Murcia que se cree la reina (o el rey) del mambo y con la que hay que bailar siempre al son que ella (o él) marque.

Estos Ristos de pacotilla se amparan en un supuesto éxito personal, en una sinceridad extrema y en actuar por el bien de su víctima, avasallando allá por donde pasan y haciendo suya la frase "caiga quien caiga, mientras yo me quede a gusto". Me pregunto yo si esa forma de actuar está reñida con la sensibilidad, la buena educación y el buen gusto... parece ser que si.

A mi estos presonajes que en tan alta estima se tienen a ellos mismo, me producen naúseas y trataré de huir de ellos como lo hago de los gatos negros. Por suerte la mayoría de la gente no es así, como diría el propio Risto: "es un producto que ya no vende". Que desaparezcan todos después de un gran aturdimiento al escuchar su propia voz y nos dejen en paz.

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