Hace unos tres años Andrés Calamaro decidió bajarse de su montaña rusa psicotrópica particular. Regresó a los escenarios, volvió a componer auténticas joyas como “Estadio Azteca”, se casó con la bellísima Julieta Cardinali, tuvo una hija, realizó excelentes y divertidísimos videos musicales y acumuló “Gardeles de oro” como el que junta sellos; en definitiva se reinventó a sí mismo.
De este cambio ha surgido uno de los artistas más importantes del panorama musical de la actualidad. Muestra de ello ha sido el magnífico concierto con que nos deleitó a incondicionales y neófitos el pasado sábado en el Cantarranas, donde era cabeza de cartel del Metrorock. A priori no era el mejor marco para derrochar talento, el Comandante y sus seguidores preferimos sus shows en pequeñas salas tipo la Razzmatazz de Barcelona o la Axerquía cordobesa.
El peaje que había que pagar para disfrutar del mejor concierto al que he asistido de mi artista predilecto fue presenciar/ padecer/ abochornarme con una nueva “actuación” del asturiano al que le dan miedo los aviones. Espero haber cumplido ya mi cupo con Melendi, al que el cambio de look no le trajo unas nuevas cuerdas vocales, las cuales no le vendrían mal, dicho sea de paso.
Al filo de las 23:30, tras el espectáculo del macarra animador de botellones, surgió la figura del Comandante vestido de riguroso negro, al igual que la magnífica banda que le acompaña, para derrochar talento, saber estar, elegancia, honestidad y buen rollo. Y sobre todo y más sorprendente, una puesta en escena sensacional, atrás quedan sus conciertos en los que quedaba inmóvil tras la guitarra o los teclados, o en los que se conformaba con mantenerse en pié. El nuevo Andrés no para de moverse, de hacer juegos con su voz y de regalar numerosos guiños de complicidad a su entregado público.
El repertorio era el esperado, destacando, a parte de los clásicos y aclamados temas como “Flaca” o “Paloma”, el dúo con Candy Caramelo en “Elvis está vivo”, las raciones de Lengua Popular en forma de “Los chicos” y “5 minutos más (minibar)”; alguna perla escondida de el Salmón como “Chicas”; un par de tangos escuchados con gran respeto por la masa festivalera y el dúo con el mítico Jaime Urrutia en “Cuatro Rosas”.
Andrés reventó el Cantarranas, presentó sus respetos a “Siniestro Total”, como muestra de afecto a su público se despojó en varias ocasiones de sus oscuras gafas (equiparable a quitarse el sombrero), y demostró a los nuevos cantantes perroflautas lo que es llevar 30 años dedicados a la música, pero para eso hay que tener talento y no ser un voceras animador de verbenas del populacho como alguno de sus compañeros de cartel.
En definitiva Calamaro ha vuelto con todas las letras y sigue sorprendiendo a los más incondicionales que como yo, nunca abandonará a su Comandante cuando pase por un Madrid que también es suyo, no en vano se autoproclamó como argentino madrileño.
¡¡¡ GRANDE ANDRÉS !!!Etiquetas: Calamaro, Conciertos, Música